
Tú mirabas no sé qué cosas,
no sé qué imágenes frente al mar
que te vuelve extraña,
que te apaga el rumor con su voz de ola.
A lo lejos, una gaviota era una línea
en movimiento. A nuestro lado
un perro que jamás responde
al oir su nombre,
aullaba al oir un piano.
Tú reías y volvías a ser la misma,
y tu risa era un presagio de sal
para mi cuerpo, el primer acorde
de una música antiquísima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario