lunes, 18 de junio de 2007

Puerto Ángel


Tú mirabas no sé qué cosas,

no sé qué imágenes frente al mar

que te vuelve extraña,

que te apaga el rumor con su voz de ola.

A lo lejos, una gaviota era una línea

en movimiento. A nuestro lado

un perro que jamás responde

al oir su nombre,

aullaba al oir un piano.

Tú reías y volvías a ser la misma,

y tu risa era un presagio de sal

para mi cuerpo, el primer acorde

de una música antiquísima.

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